21 de marzo de 2011

"Lo inolvidable" de Eduardo Berti













A Romualdo Avella, a quien todos llamaban "el maestro", lo abandonó la música sin previo aviso. El percance fue público: se encontraba cierta noche en el escueto escenario de El Descanso, interpretando uno de sus tangos famosos, por no decir el más célebre, una especie de milonga titulada "El Aguacero", cuando primero olvidó parte de la letra y de inmediato quedó tieso frente al piano, las dos manos en el aire, los dedos crispados en una posición que anunciaba algún acorde de momento suspendido. Por un minuto el auditorio pensó en una extraña broma. Risas nerviosas atravesaron la sala, como un raudo escalofrío. Al fin las manos cayeron, hasta posarse sobre los muslos de Avella en un gesto de abatimiento y de fastidio. El concierto se terminó en ese punto.

No hay comentarios: