23 de febrero de 2011

"Lo que me queda por vivir" de Elvira Lindo













Qué difícil era y es traicionar al grupo y qué fácil ser desleal con uno mismo. La deslealtad a uno mismo no se suele advertir en el presente, se camufla de malestar, de ansiedad difusa, porque éstas son sensaciones mucho más fáciles de sobrellevar. Yo nunca acabé de identificar aquello que no era más que una traición a mis deseos. Sentía una atracción hacia ambientes menos densos, pero nuestra pueril homogeneidad política nos hacía creer que teníamos los ojos mucho más abiertos al mundo que aquellos que no habían sido llamados por la disciplina del compromiso.

No hay comentarios: