23 de agosto de 2010

"Las ocasiones" de Eugenio Montale













Desvalidas en la loma
frondas de la magnolia
verdeoscuras si el viento trae
desde los frigidarios
de las plantas bajas
un alboroto demencial de acordes
y cada hoja que se mece
o refulge en la espesura
se embebe en cada fibra
de ese saludo, y más aún
desvalidas las frondas
de los vivos que se pierden
en el prisma del minuto,
los miembros afiebrados,
esclavos de una agitación
que en círculo se agota: sudor
que pulsa, sudor de muerte,
actos menudos duplicados
por espejos, siempre los mismos,
repercutidos ecos del batir
que en lo alto multiplican
el sol y la lluvia,
fugaz columpio entre vida que pasa
y vida que queda,
aquí arriba no hay salida: se muere
sabiendo o se elige la vida
que muda y no sabe: otra muerte.
Y baja la zanja entre logias
y hermas: el acorde conmueve
las lápidas que vieron las grandes
imágenes, la honra,
el juego, el amor inflexible
y la inmutable fidelidad.
Y el gesto permanece: mide
el vacío, explora su límite:
el gesto ignoto que se expresa a sí mismo
solamente: pasión
de siempre en una sangre y un cerebro
irrepetibles; y entra tal vez
en lo cerrado y lo violenta
con su delgada punta de ganzúa.

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