31 de agosto de 2010

O. Children


O. Children
"o. children"
2010








"Bajo la piel, los días" de Eduardo Moga













Hemos salido a pasear, bajo un sol blanquecino, jaspeado de aromas. Hemos salido en busca de las palabras: de las que nos unieran; de las que nos liberaran. Hemos pisado el tiempo, niquelado de retama. [La retama lo humedecía: le administraba lengüetazos sombríos]. Las raíces pujaban; el azul pujaba. Las palabras no tenían sonido, sino que sangraban; no tenían voluntad, sino volumen. Hemos paseado: hacia adentro, hacia lo carente de cielo, donde confluye lo que somos y lo que se niega a ser. Nos han envuelto los minutos, como un sudario transparente; nos hemos alojado en la caída, sin que se plegasen nuestras alas; nos hemos empapado de claridad, aunque oscureciera.



23 de agosto de 2010

Arcade Fire


Arcade Fire
"the suburbs"
2010








"Las ocasiones" de Eugenio Montale













Desvalidas en la loma
frondas de la magnolia
verdeoscuras si el viento trae
desde los frigidarios
de las plantas bajas
un alboroto demencial de acordes
y cada hoja que se mece
o refulge en la espesura
se embebe en cada fibra
de ese saludo, y más aún
desvalidas las frondas
de los vivos que se pierden
en el prisma del minuto,
los miembros afiebrados,
esclavos de una agitación
que en círculo se agota: sudor
que pulsa, sudor de muerte,
actos menudos duplicados
por espejos, siempre los mismos,
repercutidos ecos del batir
que en lo alto multiplican
el sol y la lluvia,
fugaz columpio entre vida que pasa
y vida que queda,
aquí arriba no hay salida: se muere
sabiendo o se elige la vida
que muda y no sabe: otra muerte.
Y baja la zanja entre logias
y hermas: el acorde conmueve
las lápidas que vieron las grandes
imágenes, la honra,
el juego, el amor inflexible
y la inmutable fidelidad.
Y el gesto permanece: mide
el vacío, explora su límite:
el gesto ignoto que se expresa a sí mismo
solamente: pasión
de siempre en una sangre y un cerebro
irrepetibles; y entra tal vez
en lo cerrado y lo violenta
con su delgada punta de ganzúa.

18 de agosto de 2010

Preparando el capítulo 2 de la serie "En el bar",
con Goodbye, Silver Planes.

"Adios, hasta mañana" de William Maxwell













Quitémosle la jarra y la palangana, ahora secas y polvorientas. El establo donde los gatos, sentados en fila, esperan con la boca abierta a que alguien les dé un chorro de leche recien ordeñada. Quitémosle la cuadra también, el olor a heno, polvo, pis de caballo y cuero viejo manchado de sudor, y ver la lluvia cayendo en los campos arados tras la puerta abierta. Si le quitamos todo esto, ¿qué le queda? Ante tamaña privación, ¿de qué sirve pedirle que siga siendo el niño de antes? Sería casi mejor que empezara una vida nueva convertido en un niño distinto.

17 de agosto de 2010

50 maneras de ser tu amante


Ya hay nuevos ejemplares del libro "50 maneras de ser tu amante"
en la librería Miguel Núñez de Zamora,
después de haber estado agotado durante unos días.
También en Zamora se puede adquirir el libro
en la Sala Berlín.

Recordando: Deerhunter

11 de agosto de 2010

"Tres vidas de santos" de Eduardo Mendoza













Los críticos se engañan: ven un libro acabado y creen que todos los movimientos desde el principio han ido encaminados a un fin concreto. Nada más falso. Un escritor no pone los conocimientos técnicos que posee al servicio de la historia que quiere contar, sino la historia que posee al servicio de los conocimientos técnicos que quiere utilizar. En fin, no la quiero aburrir con teorías. Sólo le digo lo que ya sabe: que soy el mismo pazguato de entonces y que mi éxito se debe a un malentendido. Los lectores creen estar leyendo historias atormentadas, cargadas de significación, y sólo leen artimañas.

2 de agosto de 2010

50 maneras de ser tu amante

Ya se puede adquirir el libro "50 maneras de ser tu amante"
en la librería Miguel Núñez de Zamora.

"Pequeños círculos" de Alberto Santamaría













La peluca de las cosas. Lo ignorado

Pero lo ignorado también existe en sus pequeños actos. Se trata
de no volver con las manos vacías, por eso traemos vino
y algo de queso para la cena; miramos el rastrillo
que junto a la puerta tienta nuestros dedos, la barba del cartero
que se espesa casi blanca a la altura de la barbilla; medimos nuestra distancia
hasta el cubo lleno de leche
sobre el que un hongo de humo asciende —niebla
que atrae al alto hocico del invierno—. Nos llevamos el vaso a la boca
que luego volveremos a colocar sobre la mesa
con la marca lechosa del sorbo en su filo. Es algo más
que la aparente variación de un músculo. En los márgenes
siempre hay vida, como ves. ¿Quién guardará entonces nuestro secreto
ahora que hemos perdido los billetes de vuelta?
Nada en este lugar nos es familiar. Ni la luz que exagera
sus límites, ni el timbre metálico del carnicero
que afila sus cuchillos alejado ya de su presa. Nada. (No te preocupes,
estás a salvo,
la ola de secuestros no te afectará a ti que comercias
con pequeñas lagartijas de cobre. Pero ¿quién es toda esta gente
que respira dentro de un enorme signo de interrogación?)

—Oye, preguntas mientras descifras el número exacto de tu asiento,
¿sabríamos vivir en una ciudad tan común como esta?

Interpol - barricade