19 de junio de 2007

Los párpados escapaban.
Vidas enteras desperdiciadas
en costumbres que hacían daño y aún así
tactos recorrían y condicionaban
los reproches y alimentaban con razones
la mirada que luego se perdía
en un mundo desprotegido.
A veces era fácil continuar el juego,
dejarse convencer por la lumbre,
respirar el humo, consumirse
en esperanzas confusas
esperando un tiempo más cómodo
de abrazos sin motivo.
Pero un día cualquiera
los ojos también escapan
y entonces permanecer
acaba con la conciencia.
Escapo.

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