30 de marzo de 2007

Se paga por el aliento
y no desmerece el riesgo
equivocarse sin saber
dónde encontrar abrigo.
Hay amparo todavía.
Ni siquiera por llamar
las voces suenan de otra forma.
Los gritos, que en el aire son eco distante,
alguna vez no regresan
y se ahogan en la sonoridad imposible
de un lamento antiguo.
Ya no importan. Olvídalo todo.
Ganaste el tiempo sin desgastarlo.
Para qué otro lamento.