30 de septiembre de 2006


Puede el descanso venir sin tedio,
traer hasta aquí una opción
en la cual basar toda esperanza,
apaciguar la pelea constante
con la comprensión oculta
y curar el cuerpo que no piensa y sangra;
pero se me olvida.

29 de septiembre de 2006

Concierto de Javier Ruibal en Santander



Y la sala se llenó de satisfacción y el público en pie ovacionó sin descanso el final del concierto con gestos de buen ánimo y de pequeña decepción por contemplar como se encendían las luces y se confirmaba el fin definitivo del evento, anhelando quizás los repetidos bises que Javier Ruibal ofreció la semana pasada en su concierto de Berlín. Aquí el regalo fue de cuatro canciones y como todo el concierto fue un paseo entre la emoción y la alegría, con "¡ay! pelao" como fiesta final y una "rosa azul de Alejandría" desnuda y austera que acariciaba el silencio con ese llanto desgarrador y tan emocionado.

Antes, la lírica inteligente y magistral había ido transcurriendo entre ritmos diversos, desde el acompañamiento único de una guitarra, hasta el cuarteto en pleno (percusión, bajo y dos guitarras), sin desperdiciar la oportunidad de hacer otras combinaciones, de las que siempre salieron airosos. Antes, el poema y el humor se mezclaban, a una voz llorando la sustituía otra que provocaba la sonrisa. De la canción de estructura más tradicional a la experimentación y la mezcla constante de registros. De Picasso a La Habana. De los ratones coloraos al amor y sus parientes. Mucho antes, cuando comenzaba el concierto, con la sala repleta y una alarmante ausencia de juventud, fuimos empezando a disfrutar desde las primeras canciones, con una "reina de África" redonda y en un muy buen ambiente creado con los comentarios cómplices y el empeño de los músicos.

Poco hay que decir de los misterios de la industria musical. Ya todos sabemos que lo mediocre nos invade, pero en un país como este donde una ciudad cuenta sus méritos por el número de tonadilleras y no por el de premios Nobel (palabras recogidas del libro "Conversaciones y aventuras con Martín F." editorial Fútbol de poetas, de futura publicación), hay que ser muy limitado para promocionar con tanta insistencia a todos esos músicos del flamenco fusión, del nuevo flamenco o chorradas semejantes y dejar que Javier Ruibal continúe siendo un autor casi marginal. Yo es que hay cosas que no entiendo.



27 de septiembre de 2006

26 de septiembre de 2006
















Se puede hacer un testimonio
con los distintos nombres de la noche,
un cuerpo de labios consumidos
entre los que confirmar un hecho
o una confusión señalar,
y todo para contemplar de una vez
la llanura que nos rodea,
para aniquilar la candidez de los descansos
en esa hora confiada
en la que proponer un abrazo
enmudece la seriedad de los rostros
y oculta el artificio
de los gestos incoloros.

21 de septiembre de 2006











Con luces apagadas
viste el aire
su metáfora más cruel.
Leve, su caricia
comienza en el vacío
y acaba en la nada,
y no es lo mismo.

13 de septiembre de 2006

12 de septiembre de 2006
















Quién iba a advertir
en ese despropósito
de esfuerzos sin sentido,
el espasmo que anticipaba
el sudor del ánimo,
si incluso con la paciencia
no cesaban los derroches
y no llegaba a la boca
ni una triste verdad
con la que alimentarse
y poder calmar el rito constante
de los ahogamientos secretos.

8 de septiembre de 2006
















Para no perderme en disculpas
concedo un valor ilógico
a todas esas consecuencias
de las que me acuso,
y cuando participo
y soy principio y fin,
distraigo la oportunidad de celebrarme.
Tal vez no sirva de mucho,
el propósito sigue rondando
con un gesto confiado
y yo no tengo más defensa
que la pereza que me da
pensar en sus motivos,
bastante tengo con encontrar
alguno para mí.

6 de septiembre de 2006

5 de septiembre de 2006
















Decir nunca
es nombrar una luz difusa,
un problema de exactitud
renombrado constantemente.
De todos los lamentos
adornados con esa medida de tiempo
o de no tiempo,
tan solo la pronunciación primera
contiene una voluntad exacta
que nunca se repite.