14 de julio de 2006












No podría abandonarme
en la blancura dulce
del agua en calma,
no tendría la dicha adecuada
que me encontrara solo
en el porvenir de la transparencia
ni sabría por qué
me ciegan tanto y tantas veces
las ansias amables.
Compensaría, en cambio,
ser aire insípido perdiéndose
en vientos y barrancos,
sin espera ni demora,
un único y sereno cuerpo
que comprenda el aliento,
borre las huellas
y se abandone en la muchedumbre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estar sin estar. Desvanecerse, pero saber que te desvaneces para disfrutar de la transformación.
Y, luego, el abandono completo. No ser tú, sino formar parte y ser todo. ¿Casi Dios? ¿A eso aspiramos?

Julio.