26 de enero de 2006

Si no se ve
o se ve demasiado,
es dificil el equilibrio
y aún no he decidido un consuelo
para el vencimiento
y la sordidez.
Se forja una tardanza de exclusiones
para ser disculpa
y no asumirnos,
se hiere la piel,
se cierran los ojos,
todo vale para no continuar
en esta disputa de obsesiones,
en este calor primero
por el que transcurren los restos
sacudiéndose el sudor de la existencia,
la sola imposibilidad
de someterse a un designio
o comprender inútilmente
lo más cercano.

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