13 de enero de 2006

Las señales sobre las que este cuerpo
delimita su conciencia,
son apenas marcas adormecidas
en un arenal donde la sombra
cubre la fragilidad infinita
de los rastros conquistados.
Me pierdo
en esa respiración sin motivo.
Ahora que las palabras
han desaparecido y huyen
de los espacios reservados
a la razón y el desamparo,
contemplo inquieto
como se transforman los matices
ahogándose en ese ilimitado
y vertiginoso lugar de insomnio,
lugar de supervivencia última
en donde comienzo a ser huérfano
y a rendirme a la indiferencia.

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